El próximo sábado 6 de Febrero se celebrará la 30ª Edición de los Premios Goya, que galardonan (teóricamente) a las mejores películas españoles del año. En esta edición, dos mujeres están nominadas en la categoría de mejor dirección, Isabel Coixet y Paula Ortiz, teniendo la segunda serias opciones en convertirse en la cuarta mujer que logra el premio, tras Pilar Miró, Icíar Bollaín y la propia Coixet. Aunque la presencia de mujeres en la categoría de mejor dirección sigue siendo lamentablemente reducida, no es menos cierto que los Goya han visibilizado la labor de mujeres al frente de las películas mucho más que otros premios. En las 88 ediciones de los Oscar y en las 69 de los BAFTA, sólo una mujer (Kathryn Bigelow por The Hurt Locker) ha sido galardonada como la mejor directora del año. En 40 ediciones de los César, también sólo han premiado a una mujer en esta categoría (Tonie Marshall por Vénus Beauté). La presencia en los Goya de este año de Paula Ortiz o Leticia Dolera nos demuestra que cada vez hay más mujeres directoras, pero que aún queda mucho camino por recorrer hasta superar las barreras de género en el cine. A continuación, echamos la vista atrás y observamos el camino recorrido, repasando las 14 nominaciones conseguidas por mujeres en la categoría de mejor dirección en los 30 años de Premios Goya.
Pilar Miró por Werther (1986)
Ya en la primera edición de los Goya una mujer fue nominada a mejor directora del año, el honor recayó en Pilar Miró, una de las cineastas españolas más relevantes de todos los tiempos. Werther, la cuarta película de la directora, es un drama romántico-existencialista que adapta libremente la novela homónima de Goethe. En la versión de Miró, un profesor de griego que vive en una ciudad del norte de España se enamora perdidamente de la madre de un alumno al que da clases particulares. La cineasta, ayudada en el guion por Mario Camus, se apropia de Goethe, extrapolando su infinita melancolía a su propio universo cinematográfico. Miró perdió el Goya frente a Fernando Fernán-Gómez, que había dirigido la maravillosa y también melancólica El viaje a ninguna parte.
Josefina Molina por Esquilache (1989)
La segunda mujer en lograr ser nominada al Goya a la mejor dirección fue Josefina Molina. La directora venía de rodar para TVE una adaptación de El camino de Delibes y un biopic sobre Teresa de Jesús, cuando se hizo con las riendas de Esquilache. Este film es un drama histórico ambientado durante el conocido como Motín de Esquilache, que obligó a Carlos III a prescindir del Marqués de Esquilache (Fernando Fernán-Gómez), y a éste a huir a Nápoles. Esquilache se centra tanto en la vida personal del Marqués como en su carrera política, en sus reformas y en su compleja relación con el rey. Molina perdió el Goya frente a Fernando Trueba (El sueño del mono loco), sin embargo la Academia reconocería la relevancia de su trabajo otorgándole el Goya de Honor en los Goyas 2011.
Pilar Miró por Beltenebros (1991)
Miró logró su segunda nominación al Goya a la mejor directora gracias a Beltenebros, su adaptación de la novela homónima de Antonio Muñoz Molina. Ambientada en el Madrid de la posguerra, sigue a un inglés (Terence Stamp) enviado a España para encontrar y asesinar a un topo infiltrado en la estructura del clandestino Partido Comunista. Beltenebros ofrece espionaje, prostitución, mentiras y podredumbre. Un noir atípico que encapsula un tiempo especialmente trágico de nuestra historia. Miró cayó derrotada frente a Vicente Aranda, que había dirigido Amantes, un drama plagado de intrigas y erotismo ambientado también durante el franquismo.
Pilar Miró por El perro del hortelano (1996) – Ganó
Que fuera Pilar Miró la primera mujer en ganar el Goya a la mejor directora del año fue un hecho consecuente con la propia historia de nuestro cine. Miró fue una de las figuras clave del audiovisual español post-franquista. Además de ser una directora provocativa y de vanguardia, con obras como la polémica (y censurada) El crimen de Cuenca o Gary Cooper que estás en los cielos, fue directora general de Cinematografía (1982-1985) y directora del Ente de Radiotelevisión Española (RTVE) (1986-1989) en los gobiernos de Felipe González. Pieza clave, por lo tanto, en la configuración del sector audiovisual en nuestro país. Tras sus dos derrotas previas en los Goya, Miró se llevaría el gato al agua con El perro del hortelano, una adaptación de la obra de Lope de Vega. En las antípodas de sus obras más oscuras, esta chispeante comedia de época destaca por su velocidad y mordacidad. La trama es sencilla: una mujer de clase alta pone en marcha diversas estratagemas para separar a su secretario de su prometida. El resultado es una especie de versión ligera y cómica de Las amistades peligrosas, cambiando a Glenn Close por Emma Suárez. El film logró 7 Goyas, aunque perdió en la categoría de mejor película frente a la Tesis de Alejandro Amenábar.
Gracia Querejeta por Cuando vuelvas a mi lado (1999)
La primera nominación a mejor directora le llegó a Gracia Querejeta con su tercera película, Cuando vuelvas a mi lado, un drama familiar sobre tres hermanas que se reencuentran tras el fallecimiento de su madre. A partir de ahí, los fantasmas del pasado y los problemas del presente harán que se redescubran entre ellas. 1999 fue un año sensacional para el cine sobre mujeres. Junto a Cuando vuelvas a mi lado se estrenaron Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar y Solas de Benito Zambrano, las dos grandes triunfadoras de unos Goya de los que la película de Querejeta se fue de vacío, a pesar de sus 7 nominaciones.
Isabel Coixet por Mi vida sin mí (2003)
La cuarta película de ficción de la directora catalana Isabel Coixet, supuso su confirmación como una de las grandes cineastas españolas de las últimas décadas. Mi vida sin mí nos cuenta los esfuerzos de una mujer con cáncer terminal (Sarah Polley), por preparar el futuro de las personas a las que ama, una vez que ella ya no esté para cuidarlas. Mi vida sin mí sigue siendo la gran película de su filmografía, culmen de su estilo narrativo y su gran éxito de público y crítica. Coixet consiguió el Goya al mejor guion adaptado pero perdió en la categoría de dirección frente a la cineasta de la que hablaremos a continuación.
Icíar Bollaín por Te doy mis ojos (2003) – Ganó
Los Goya 2003 (celebrados en el 2004), serán recordados como la primera vez que en la categoría de mejor dirección hubo paridad de género, enfrentándose dos mujeres (Bollaín y Coixet) contra dos hombres (Trueba y Gay). También como la confirmación definitiva de una excelente generación de cineastas nacidos durante el desarrollismo/tardofranquismo (a los cuatro anteriormente mentados hay que sumar a Álex de la Iglesia, Alberto Rodríguez, Alejandro Amenábar, Benito Zambrano, Enrique Urbizu, Fernando León de Aranoa o Achero Mañas). La gran triunfadora de aquellos Goya fue Te doy mis ojos, un terrible, lapidario y sobrio retrato de la violencia de género, dirigido y escrito con respeto, compromiso y delicadeza. Más de 10 años después aún sigue siendo la mejor obra cinematográfica sobre esta lacra social. El film logró 7 premios Goya, incluidos los 5 grandes: Película, Directora, Actriz (Laia Marull), Actor (Luis Tosar) y Guion original.
Isabel Coixet por La vida secreta de las palabras (2005) – Ganó
Tras caer derrotada dos años antes frente a Icíar Bollaín, Coixet regresó a los Goya por la puerta grande, con La vida secreta de las palabras, un retrato cautivador sobre el dolor que generan la pérdida y la soledad ambientado en un espacio tan reducido y complejo como una plataforma petrolífera. La película logró 4 Goyas, incluidos el de mejor película, mejor dirección y mejor guion original. La Academia reconoció la sensibilidad y el universo propio de una cineasta que no deja indiferente, en un año muy abierto.
Gracia Querejeta por Siete mesas de billar francés (2007)
La 22ª edición de los Goya fue bastante atípica. En ella se enfrentaron dos vertientes del cine español diametralmente opuestas, por un lado la más comercial o industrial, representada por El orfanato de Juan Antonio Bayona, y por otro, la más independiente, autoral y radical, encarnada en La soledad de Jaime Rosales. Entre ambas, Las 13 rosas de Emilio Martínez-Lázaro y Siete mesas de billar francés de Gracia Querejeta. Mientras El orfanato se hacía con los premios técnicos, La soledad vencía, en una de las galas de los Goya más sorprendentes, en las tres categorías en las que estaba nominada: Película, Director y Actor revelación. El regreso de Querejeta al drama familiar y femenino, tendría que conformarse con los Goya a mejor actriz (Maribel Verdú) y actriz de reparto (Amparo Baró). Esa hija que regresa a visitar a su padre moribundo y tiene que lidiar con un negocio en quiebra y con la amante de su progenitor le valió a Verdú su primer Goya, después de una larguísima carrera y marcó el inicio de una de las colaboraciones más fructíferas de los últimos años en nuestro cine, entre Querejeta y Verdú, entre cineasta y musa.
Icíar Bollaín por Mataharis (2007)
Puesto que El orfanato era la ópera prima de Juan Antonio Bayona, la cuarta plaza en la categoría de mejor dirección la ocupó Icíar Bollaín, sumando su segunda nominación, tras la victoria que consiguió gracias a Te doy mis ojos. Su Mataharis es un drama cotidiano sobre mujeres que trabajan como detectives privados. Bollaín, una de las mejores y más sensibles narradoras de nuestro país, conjuga la esfera personal de sus protagonistas con la laboral, lo ordinario con lo extraordinario, hasta construir un maravilloso retrato de personajes. Como dijimos antes, el Goya a la mejor dirección del año lo consiguió Jaime Rosales.
Icíar Bollaín por También la lluvia (2010)
El cine español llegó a la 25 edición de los Goyas con la Academia sumida en una guerra civil, nada encubierta, entre su presidente, Álex de la Iglesia, y su vicepresidenta, Icíar Bollaín. Paradójicamente ambos habían dirigido las dos películas más relevantes del año, Balada triste de trompeta él, También la lluvia ella. Previamente, Balada triste había triunfado en el Festival de Venecia, y También la lluvia había logrado pasar el corte en la categoría de Película de Habla no Inglesa en los Oscar, aunque finalmente no había sido nominada. Esta historia de cine dentro de cine, narra el rodaje de una película sobre Cristóbal Colón en medio de la Guerra del Agua en la Bolivia de principios del Milenio. Bollaín dirigió un excelente film que es a la vez un retrato de la industria del cine y un drama de denuncia social. El enfrentamiento entre De la Iglesia y Bollaín facilitó la victoria de una tercera opción, la oscura visión de la posguerra de Agustí Villaronga en Pa Negre.
Gracia Querejeta por 15 años y un día (2013)
Querejeta es junto a Icíar Bollaín, la mujer que suma más nominaciones en esta categoría (3), aunque a diferencia de ésta sigue sin lograr la victoria. Su última nominación la logró gracias a 15 años y un día, un film a medio camino entre el drama familiar y el thriller, que representó a España en los Oscar, tras ganar la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga. La película narra la historia de un adolescente problemático que es enviado a vivir con su abuelo, un ex-policía para que lo ponga a raya. Estamos ante una obra menor de una cineasta relevante. Sus 7 nominaciones a los Goya visibilizaron el peso de la directora y de su apellido (Gracia es hija de Elías Querejeta, posiblemente el productor más importante de la historia de nuestro cine) en la industria (si es que ésta existe).
Isabel Coixet por Nadie quiere la noche (2015)
La gran sorpresa de las nominaciones a los Goya de este año la dio Nadie quiere la noche, la última película de Isabel Coixet, que tras inaugurar la Berlinale 2015, había caído en el olvido. Tras tener un estreno muy limitado en nuestros cines en el mes de diciembre, Nadie quiere la noche ha sido rescatada por la Academia gracias a sus 9 nominaciones, incluidas mejor película, dirección y actriz. El film de Coixet imagina una historia ficticia a partir de una serie de personajes reales, comandados por Josephine Peary, la mujer del primer hombre que (teóricamente) llegó al Polo Norte. Coixet encierra a dos mujeres, Peary y la amante inuit de su marido, en el invierno polar, para construir un retrato intimista de supervivencia. El principal hándicap de la obra es la incapacidad de conectar emocionalmente con su protagonista. Su principal virtud, que Coixet exprime los recursos con los que cuenta para filmar una obra austera pero hermosa.
Paula Ortiz por La Novia (2015)
19 años después de la primera victoria de una mujer en la categoría de mejor dirección, Paula Ortiz tiene serias opciones de hacerse con este Goya. Al igual que en la categoría de mejor película, Ortiz y La Novia tendrán como principal rival al cineasta catalán Cesc Gay y su Truman. La Novia adapta la obra teatral Bodas de sangre de Federico García Lorca, construyendo un micromundo de una belleza arrebatadora y una atmósfera inquietante. Una novia recién casada se debate entre lo que desea y lo que es correcto, entre dos hombres diametralmente opuestos, deshaciéndose ante nuestros ojos en su terrible lucha interna. Los dos principales puntales de La Novia son sus actrices y su acabado formal. El trabajo de Ortiz puede pecar de manierista en algún momento, pero desde luego está lleno de personalidad, valentía y buen gusto. La Novia es una película dolorosamente preciosa. Si Gay demuestra en Truman ser un narrador excelente, Ortiz se revela como una esteta de gusto exquisito. Tras su victoria en los Premios Feroz, Ortiz parte como favorita para hacerse con el Goya. Por el momento, su nominación, junto a la de Leticia Dolera en la categoría de dirección novel, sobre la que escribió mi compañero Germán de Heras, marca ya la entrada de una nueva generación de directoras, nacidas ya tras la muerte de Franco, a la primera división del cine español.
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