Si una imagen vale más que mil palabras, el artículo de hoy poco esfuerzo me requiere con semejante carta de presentación. Este retrato del fotógrafo italiano Rafaelle Montepaone transmite de forma cruda y sin titubeos la inspiración que ha dado lugar a Arima Basque Gastronomy. Proyectando en ella a su antepasada Joxefa Garmendia, emigrante a Urugay que se ganó la vida cultivando trigo y maíz como otras tantas supervivientes de su generación, la donostiarra Nagore Irazuegi ha visto a sus 30 la oportunidad de transmitir su alma (arima en vasco), a través de los cinco sentidos. El recién inaugurado local en Ponzano 51 es una vuelta a las raíces, sin más pretensión que rescatar lo ingenuamente rico rico y para toda la familia.
La gastronomía vasca se ha ganado el sello de garantía, no en vano tenemos la mayor concentración de Estrellas Michelin o el Basque Culinary Center (sin menospreciar a Arguiñano), pero Arima Basque Gastronomy ha dado un paso más entre tradición y vanguardia sumando el vermut, los cócteles y un ambiente dinámico y desenfadado a su modus operandi. El local es más que acogedor, cuida cada detalle, transmite calor humano -sí, los vascos también tenemos de eso-, y sabe a Cantábrico.
El concepto es claro, cocina de autor con productos de la tierra por bandera y una cocina abierta con una cristalera de 4 metros de largo que nos deja ver sus entrañas sin tapujos. Su pequeño comedor con espacio para 28 personas es el lugar más íntimo del local, con el retrato que representa a Joxefa presidiendo la sala. La carta es de temporada, pequeña y práctica, buscando poder traer la materia del pequeño productor a la capital. Calidad, sencillez y volver a la raíz manteniendo su esencia en toda la gastronomía que trabajen, esa es su meta.
Carta de pintxos fríos y calientes que poco o nada tiene que envidiar a lo viejo de San Sebastián o a la calle Somera de Bilbao con bocados como: el salmorejo con bacalo ahumado e Idiazabal, la gallina trufada con ensalada de puerros, el bonito con mahonesa y antxoas o la invencible banderilla de Gilda. En caliente: croqueta de trufa con mahonesa, morcilla de Beasain con pimientos de piquillo o el talo de pato confitado y puerros con mojo rojo. Nombres demasiado largos y apetecibles para su precio que oscila entre los 2,5€ y los 4€. ¿Y la carta de sala? Una prolongación en cantidad y sabor a la que mejor os dejo un enlace directo justo aquí.
Pero si algo se nos da bien en el norte además de comer, es el pipiribipipi y el poporobopopo. Y como las cosas si se hacen, se hacen bien, Arima Basque Gastronomy ha querido apostar por lo mejor en vermut y coctelería. Para ello ha contado con la colaboración del tándem Marti Kilpatrick y Maite Roso, co-fundadoras de The International Society for Preservation and Enjoyment of Vermut. Junto a ellas, rinden tributo a esta bebida con 25 variedades diferentes de vermut y un mapa tallado en madera con toda la península ibérica y todos los vermuts que trabajan por comunidades. Debajo del mapa tienen las etiquetas de cada cata de vermut, con una breve historia de cada bodega y la provincia donde se produce. Además, la barra destaca con el acero corten en homenaje a Chillida y las esculturas donostiarras del Peine de los Vientos, lo cual entrelazan con madera natural y colores de mar.
¿Algo más que añadir? Un secreto, estad atentos a sus redes porque además de conocer más novedades y aumentar vuestros deseos de visitarles, os enteraréis cuando celebren las famosas Vermutekes, guateques con el vermut y el salseo dominguero como protagonistas.
¡Yo no me lo pierdo!
Fotos | Arima Basque Gastronomy
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